EN LÍNEA
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Alfonso Alfaro
En Artes de México, el arte del Oriente Medio ha sido un tema de exploración en varias de nuestras publicaciones. Surgido en un tiempo definido por la convivencia —y el conflicto— de culturas diversas, el arte mudéjar desempeñó en la España del siglo XV un papel unificador, pues poseía elementos simbólicos y culturales comunes a los diversos grupos de esa sociedad. En la memoria y tradición de artesanos, procedentes principalmente de Andalucía y Extremadura, este estilo viajó a América llevando consigo, además de sus formas características, una compleja realidad sociopolítica e ideológica. Como dice Alfonso Alfaro en el segundo número dedicado al arte islámico:
«La Nueva España, perteneciente al espacio cultural ibérico, se apropiaría naturalmente de las herramientas y las instituciones de su metrópoli, pero también de su música y sus símbolos, de sus sueños y sus pesadillas. México ha sido, desde que adoptó el cristianismo y la lengua castellana, una región excéntrica del mundo occidental, pero claramente inscrita en su órbita. Desde el siglo XVI no ha habido otro polo simbólico capaz de dar sustento a una identidad y un proyecto alternativo de civilización.
Los soberanos de estos reinos eran aquellos Habsburgo cuya corona bicéfala se encontraba amenazada en sus dos sedes (Viena y Madrid) por los embates musulmanes: árabes y bereberes en un extremo, otomanos en el otro. El virreinato recibió, pues, e hizo suya una fantasía doble y contradictoria: el Oriente moro era belleza y refinamiento (la arquitectura de inspiración mudéjar, el lujo y la sensualidad de los interiores) y también luz y sabiduría: ciencia y técnica, matemáticas y agricultura…»
