Guadalupe Tonantzin: de la visión a la reflexión

Margarita de Orellana

El poder que ha generado la imagen de la Virgen de Guadalupe desde hace 500 años no tiene comparación. Su historia se cruza con la historia de México. Su figura ha sido motivo de múltiples manifestaciones tanto literarias como artísticas. El tema es enorme y difícil su conocimiento exhaustivo. Hace 22 años, Artes de México publicó un número ya clásico, Visiones de Guadalupe, número 29. En ese entonces, trabajamos sobre las obras que pertenecen al Museo de la Basílica y que son parte esencial de su universo estético. Sirvió incluso de catálogo para una exhibición en Los Ángeles, California. En ese despliegue de imágenes clásicas, pudimos estudiar y mostrar su diversidad, complejidad y originalidad. En esta nueva edición, sin dejar de mostrar las dimensiones estéticas de otras obras que logramos conjuntar, sumamos, a aquellas visiones, nuevas reflexiones que nos permitirán conocer mejor los diversos significados sobre la Virgen de Guadalupe, como símbolo característico y protagonista de nuestra cultura.

Miguel León Portilla señala la convergencia de las dos distintas concepciones del tiempo y los espacios sagrados entre españoles y mexicas. Y relaciona la aparición de la Virgen, lo que los expertos llaman mariofanía, con las creencias de origen prehispánico.

Ascensión Hernández describe el lugar y la historia de la primera raíz del culto en Extremadura, España, desde el siglo VI; las semejanzas, en cuanto a las apariciones, de esa Virgen con la nuestra, y cómo se construyó una ermita a petición de ella, que se convertiría en el majestuoso santuario de Guadalupe.

Rodrigo Martínez Baracs remite a la sacralidad del cerro del Tepeyac, a las diosas mexicas que ahí se veneraban y a las peregrinaciones y sacrificios que les ofrendaban. En ese cerro, se cruzaron dos culturas y una sola historia compartida. Quizá fue ahí donde los indígenas vieron por primera vez a la Virgen extremeña de la cual eran devotos muchos de los soldados de Cortés. Nos habla de la oposición de los franciscanos al culto guadalupano y de cómo el obispo Montufar logró impulsarlo definitivamente.

Jaime Cuadriello, quien fue coordinador del número anterior, menciona que los imanes simbólicos que trazaron el derrotero de la identidad social de La Guadalupana son la raza y la maternidad. Nos explica cómo la Virgen se convirtió en la madre de todos, y a partir de la descripción de algunas pinturas claves de diferentes periodos de la historia nos lo comprueba.

Gisela von Wobeser narra cómo, al ser la Virgen de Guadalupe una creación original y no copia de otras imágenes que venían de Europa, obtuvo una proyección diferente. Sin embargo, sus características formales sí obedecieron a patrones europeos y muestra a través de algunas imágenes alemanas y flamencas algunas coincidencias con nuestra obra emblemática.

Ana Rita Valero hace una síntesis de la historia y las circunstancias que hicieron realidad no sólo la permanencia de la devoción, sino la construcción de la basílica, sus tesoros, la escritura de los libros clave y su difusión en todo el país y el mundo. Por último María J. Rodríguez Shadow describe las diversas peregrinaciones que se hacen año con año al santuario del Tepeyac, particularmente de tres regiones de México.

En Artes de México, estamos convencidos de que, a medida que conozcamos a profundidad cómo la Virgen de Guadalupe ha conformado una parte importante de nuestra historia, y el significado de su enorme poder en el imaginario colectivo, podremos comprender uno de los símbolos esenciales de la identidad de nuestro país.

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