La historia del tohuenyo. Narración erótica náhuatl

Miguel León-Portilla

Artes de México ha tenido el privilegio de contar con textos imprescindibles del doctor Miguel León-Portilla en múltiples ediciones de temas variados. Su más reciente aparición en nuestras páginas fue con el texto introductorio, transcipción y traducción de la narración erótica náhuatl La historia del Tohuenyo, en Alebrije. Monstruo de papel, suplemento cultural de la revista número 126. Compartimos el texto introductorio acompañado de algunos grabados creados por artista Joel Rendón especialmente para esta edición.

El tohuenyo. D.R. ©Joel Rendón, 2018.

La historia del tohuenyo
Narración erótica náhuatl

Se ha dicho alguna vez, a propósito de la vida y el arte en nuestras culturas indígenas, que se echa de menos en ellas la presencia de temas eróticos. Como si la rígida moral de los indios ―en este caso de los nahuas― les hubiera vuelto imposible encontrar en el amor y en el sexo tema de inspiración y regocijo. Mas, contra quienes así han opinado, hablan algunos viejos textos en idioma náhuatl recogidos de labios de los indios a raíz de la Conquista. Entre ellos, hay varios poemas eróticos, algunos bastante más atrevidos de lo que pudiera imaginarse.

La historia del tohuenyo parece constituir un buen ejemplo de esta forma de composiciones nahuas. Se trata en ella, como podrá gustosamente enterarse quien la lea, del ardor erótico que, sin hipérbole, enfermó a una princesa tolteca, por haber contemplado el falo de un hechicero, quien transformado en huasteco, se puso a vender chiles, desnudo, sin maxtle [máxtlatl, era la prenda de vestir con que los varones de los principales grupos indígenas de Mesoamérica cubrían las partes pudendas del cuerpo] en el mercado de Tula. Y será interesante notar que esta historia posee al mismo tiempo uno de los presagios de la huida de Quetzalcóatl y de la ruina de Tula, porque el famoso tohuenyo es en realidad uno de los tres personajes, hechiceros y dioses, que aparecieron un día para poner fin a las glorias de Quetzalcóatl. El tohuenyo, “nuestro vecino”, el huasteco forastero, es Titlacahuan-Tezcatlipoca, quien, de acuerdo con la tradición azteca, aliado con Huitzilopochtli y Tlacahuepan, se valió de todo su genio para destruir la grandeza de los toltecas.

La batalla del Tohuenyo. D.R. ©Joel Rendón, 2018.

Los tres dioses hechiceros realizaron una serie de tetzáhuitl o portentos. El primero consistió en lograr que Quetzalcóatl se embriagara. El segundo fue precisamente la transformación de Titlacahuan en el tohuenyo de nuestra historia. Sólo que para decirlo humorísticamente, Titlacahuan, convertido en tohuenyo, optó por el más atractivo de los hechizos: lograr que una virgen y hermosa princesa se sintiera pobre y necesitada de tener su falo.

Chiles rellenos. D.R. ©Joel Rendón, 2018

Puede decirse que esta versión paleográfica del texto, según el Códice del Real Palacio, parece ser la primera en el tiempo. La traducción al español, después de la versión resumida de fray Bernardino, no pretende otra cosa que ser fiel, permitiendo hasta donde sea posible reflejar los varios matices del texto náhuatl original.

Los invitamos a disfrutar del texto en náhuatl y la traducción de la historia completa en Artes de México. El chile, fruto ancestral (2017).

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N. del E. Aunque se desconoce el origen preciso del albur, aquí constatamos un antecedente de su uso en el juego de palabras de doble sentido en relación con el chile y el falo.

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