Sueño de un recetario: Codornices en pétalos de rosas

• 12 rosas (rojas, si es posible)

• 12 castañas

• 2 cucharadas de mantequilla

• 2 cucharadas de fécula de maíz

• 2 gotas de esencia de rosas

• 2 cucharadas de anís

• 2 cucharadas de miel

• 2 ajos

• 6 codornices

• 1 pitahaya

Con cuidado, separar los pétalos de rosas, tratando de no pincharse los dedos, porque es doloroso y si los pétalos se impregnan de sangre, alteran el sabor del plato y puede provocar reacciones químicas peligrosas. Pero Tita, con la profunda emoción de haber recibido un ramo de rosas de Pedro, no recordó ese pequeño detalle. Ésta era la primera emoción profunda que sentía desde el día de la boda de su hermana, cuando Pedro le dijo que la amaba. Mamá Elena sospechaba lo que podría pasar si Pedro y Tita tenían la oportunidad de estar solos. Hasta ahora, mamá Elena se había ingeniado formas de mantenerlos a una distancia. Pero mamá Elena no había anticipado la muerte de Nacha, la cocinera. Entre todas las mujeres de la casa, Tita era muy capaz de tomar la vacante de cocinera, y de la cocina escapaban los sabores, los olores, las texturas y lo que éstas pudieran provocar. Tita era el último eslabón de una cadena de cocineras que sabían los secretos de la cocina, la mejor exponente de este maravilloso arte culinario. Por lo tanto, Tita fue nombrada cocinera oficial del rancho; esta noticia fue bien recibida por todos. Tita aceptó el cargo con agrado, pero sentía la ausencia de Nacha.

Tita se sentía muy deprimida porque, con la muerte de Nacha, se encontraba sola. Como si hubiera muerto su propia madre. Pedro, tratando de levantar su espíritu, le llevó un ramo de rosas al cumplir su primer aniversario como cocinera del rancho. Pero Rosaura que esperaba su primer bebé, cuando vio que Pedro le dio las rosas a Tita y no a ella, se marchó de la sala llorando. Con una mirada, mamá Elena ordenó a Tita que salga de la sala y que se libre de las rosas. Mamá Elena, con otra mirada a Pedro, le dio a entender que él podía remediar la situación. Pedro, pidiendo disculpas, salió en busca de Rosaura. Las rosas eran de color rosado, pero Tita las apretó con tanta fuerza, que la sangre de sus manos y su pecho las pintó de rojo. ¡Estaban las rosas tan hermosas! No era posible tirarlas a la basura por dos motivos. Primero, porque nunca había recibido flores; segundo, porque Pedro le había dado las flores. De pronto, escuchó la voz de Nacha, quién le dictaba al oído una receta prehispánica donde se utilizaban pétalos de rosa. Tita no recordaba la receta porque para hacerla se necesitaban faisanes, y en el rancho no había esa clase de ave. Lo único que tenía en ese momento eran codornices. Tita cambió un poco la receta; lo importante era usar las flores.

Originalmente publicado en el libro de Laura Esquivel, Como agua para chocolate. México, Penguin Random House, 2001.

Esta receta apareció en Sueño de un recetario, Alebrije. Monstruo de papel, suplemento cultural del número 130 de Artes de México. Bestiario culinario de México. 

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