Diana Magaloni Kerpel

El arribo de los españoles a las costas de México. Malintzin funge como traductora entre los indígenas y los españoles. Frontispicio del Libro XII del Códice Florentino, D.R. © Biblioteca Medicea Laurenciana, Florencia. En Albores de la Conquista, Artes de México, 2017.

La historia de nuestro origen como mexicanos inicia en la Conquista, momento en el que se crea una nueva realidad, producto del encuentro violento y creativo entre los pueblos indígenas mesoamericanos y españoles. Los escasos tres años que transcurren desde la llegada de Hernán Cortés a la costa de Veracruz en 1519 y la toma de la poderosa México-Tenochtitlan en 1521 están marcados por una visión distorsionada que hace ver a los invasores superiores a los pueblos indígenas. Se ha extendido una interpretación simplista y ficticia de este acontecimiento, como si sólo se tratara de un imperio poderoso que es derrotado por un pequeño grupo de soldados españoles que fueron vistos como seres sobrenaturales. Esta visión, que no se fundamenta en hechos históricos, sino en apreciaciones posteriores, justificó la invasión, explotación de las tierras y mano de obra indígena por parte de los europeos. La historia de la Conquista ha empleado fundamentalmente fuentes documentales europeas, y ha excluido la comprensión de las fuentes históricas indígenas. El presente libro se suma a una historiografía más reciente, iniciada por Miguel León-Portilla, para entender la visión indígena de la Conquista. Es el primero que aborda las fuentes indígenas mediante una interpretación y lectura de las imágenes pintadas por los artistas indígenas para el Libro XII, “De la Conquista de México”, preservado en la Historia general de las cosas de Nueva España, llamada también Códice Florentino.

Los españoles dejan los cuerpos de Motecuhzoma e Itzquauhtzin en la orilla del agua en un lugar llamado Teoayoc. Folio 447v, Libro XII del Códice Florentino, D.R. © Biblioteca Medicea Laurenciana, Florencia. En Albores de la Conquista, Artes de México, 2017.

Una de las características más vigorosas de los años posteriores a la Conquista de Mesoamérica fue cómo los pueblos indígenas sostuvieron un impulso creativo digno de ser considerado un ejemplo para la historia de la humanidad. Al constatar la profunda transformación que trajo consigo la llegada de los europeos y sufrir la pérdida de su historia con la destrucción de sus ciudades y templos, pero sobre todo, la quema de sus más preciados libros pintados, los habitantes de pequeños centros y grandes ciudades se dedicaron a volver a pintar y escribir su historia. En nuestros archivos, tenemos miles de estos documentos que dan testimonio de la gran empresa creativa indígena del siglo XVI. El resultado más importante de este esfuerzo por recuperar la dignidad de una cultura es el Códice Florentino realizado entre 1575-1577 en Tlatelolco. La gran obra fue concebida como una enciclopedia, en doce copiosos volúmenes, que abarca todos los aspectos de la vida y cultura de los antiguos pueblos nahuas del centro de México. Los doce volúmenes manuscritos ocupan dos columnas paralelas, la original en náhuatl está a la derecha, la traducción resumida al español, a la izquierda. Están acompañados por pequeñas pinturas, enmarcadas de brillantes colores en su mayoría. Fueron realizados por fray Bernardino de Sahagún de la Orden de San Francisco y un grupo de intelectuales indígenas, quienes escribieron los textos en náhuatl y pintaron las imágenes. Sahagún nombra a sus más cercanos colaboradores indígenas: Antonio Valeriano, Alonso Vegerano, Martín Jacobita y Pedro de San Buenaventura, y menciona a los escribas que lo ayudaron a pasar en limpio los textos (debe referirse a su traducción al español): Diego de Grado, Bonifacio Maximiliano y Mateo Severino. Gracias a un estudio estilístico de las manos de los artistas del documento original, pude identificar a veintidós pintores, de los cuales, cuatro son maestros. Los textos en español de los doce libros han sido publicados numerosas veces, y han sido identificados siempre como Historia general de las cosas de Nueva España; sin embargo, los textos originales en náhuatl del Códice Florentino solamente se han traducido y publicado en inglés. No existe todavía una edición que nos permita apreciar las complejas relaciones entre los textos originales en náhuatl y español y las pinturas que los acompañan. Contamos con una edición facsimilar, con las proporciones del original, realizada por el Archivo General de la Nación en 1979.

La matanza de Tóxcatl. Primera imagen del folio 408r, Libro XII del Códice Florentino, D.R. © Biblioteca Medicea Laurenciana, Florencia. En Albores de la Conquista, Artes de México, 2017.

La composición y supervivencia de la historia de la Conquista en el Libro XII del Códice Florentino es una historia fascinante. Fue transcrita primero al náhuatl alfabético antes de 1555, a sólo ocho años de la victoria española. Sahagún supervisó su traducción al español entre 1575 y 1577, dejando espacio para las imágenes pintadas dentro del cuerpo del texto. Los pintores (tlacuiloque) empezaron a insertar el delineado de las pinturas entre 1576 y 1577, pero el proceso fue abruptamente interrumpido cuando la Inquisición en el Nuevo Mundo consideró el códice sospechoso y lo envió a España en 1578. De esta forma, el Libro XII se produjo bajo una gran tensión política y presión de tiempo. De los 88 folios que contiene, fue ilustrado hasta el 62v. Los espacios para las pinturas de los 26 folios restantes se dejaron vacíos, y la narración en náhuatl y español quedó incompleta. En contraste con los otros once libros del Códice Florentino, donde la mayor parte de los dibujos fueron hechos a color, sólo uno de los 161 dibujos del Libro XII está totalmente coloreado, y tres más aparecen parcialmente coloreados.

La elaboración del Códice Florentino fue un proceso largo y difícil. Sahagún encontró el apoyo necesario para realizar una copia del texto en náhuatl y de las pinturas que había reunido durante más de veinte años de trabajo hasta 1575. La Historia general cayó presa de las políticas contradictorias de la corona española hacia los pueblos y culturas indígenas en sus colonias. En 1575, la obra fue considerada como una hazaña útil, aunque un año después fue vista como una amenaza. La corona española había emitido una orden para recopilar la información geográfica e histórica sobre la Nueva España en 1575, y a los ojos del virrey de México, Moya de Contreras, la Historia general de Sahagún servía a esos propósitos reales —como una monumental historia local. Se cree que fray Rodrigo de Sequera, comisionado general de los franciscanos en la Nueva España, había persuadido al virrey para que concediera su apoyo a Sahagún, facilitándole los medios necesarios para completar una copia de su trabajo. Sahagún pudo comprar el papel europeo para pasar en limpio su obra. Pero para 1576, la política había cambiado radicalmente. El Santo Oficio dictó la orden de suprimir todas las obras existentes en idiomas nativos. El 22 de abril de aquel año, la Inquisición condenó específicamente la obra de Sahagún. Además, la ciudad de México y áreas cercanas fueron presa de una epidemia mortal. […]

Motecuhzoma se representa, ante la cueva de Cincalco, primero como un joven y fuerte gobernante y después como un gobernante viejo y débil. Folio 421v, Libro XII del Códice Florentino, D.R. © Biblioteca Medicea Laurenciana, Florencia. En Albores de la Conquista, Artes de México, 2017.

No obstante el desafío, el grupo de indígenas escritores y pintores junto con Sahagún, decidieron continuar su labor a pesar de estar rodeados de la muerte y enfermedad, y dieron a fray Rodrigo de Sequera la obra para esconderla de la Inquisición, a la cual se le conoce hoy día como Códice Florentino. La obra viajó con Sequera a España. Ahí se encuadernó con su forro plateresco en tres volúmenes. La Inquisición en España que perseguía obras condenadas por la Iglesia obligó a Sequera a buscar la manera de ocultar la obra. Todo indica que otorgó los tres tomos encuadernados con los doce libros de la Historia general al cardenal Fernando de Medici, por su buena relación con las órdenes mendicantes e interés por los libros antiguos. El cardenal mandó a traducir al italiano vernáculo la obra que se conserva (de los primeros cinco libros) en la Hispanic Society de Nueva York. Existe un inventario que registra la llegada de la Historia general a las colecciones de Fernando de Medici en 1587. Ese año, el cardenal renunció a su carrera eclesiástica para ir a Florencia, donde se convirtió en el gran duque. La obra de Sahagún, sin embargo, permaneció oculta y formó parte del inventario de la Biblioteca Medicea Laurenziana solamente hasta 1783. Lo excepcional de la historia de la Conquista en el Libro XII es que podemos percibir la manera en la que Sahagún, como religioso y europeo, entiende el mundo indígena, y su lectura de la Conquista como un evento guiado por la Providencia. Al mismo tiempo, en el texto náhuatl y en las pinturas, apreciamos la voz indígena, que se revela profundamente objetiva y programática, ya que interpreta los hechos como proyección del futuro en el nuevo orden político. Estas visiones a veces coincidentes, a ratos en directa contradicción, son fundamentales para comprender la rica historia de nuestro origen.


Diana Magaloni Kerpel es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Yale. Profesora-investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Fue directora del Museo Nacional de Antropología. Sus estudios se han centrado en las técnicas pictóricas mesoamericanas e indígenas del siglo XVI, especialmente en cómo se elaboraron los códices y las pinturas murales prehispánicos.

Este artículo es un extracto de la introducción del libro Albores de la Conquista. La historia pintada del Códice Florentino.

Reprografías de imágenes: D.R. © Marco Pacheco. 


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