Alberto Ruy Sánchez
El pintor español, Enrique Climent, se veía a sí mismo como un “artesano de la pintura”, pues valoraba enormemente el valor de la disciplina como el camino a construir una obra perfecta. Climent llegó a nuestro país en calidad de refugiado de la Guerra Civil Española en 1939 y, como sucedió con mucho otros de los artistas que desembarcaron en las mismas circunstancias, México nutrió su trabajo y su obra influyó en la pintura moderna de nuestro país.
Apasionado de su oficio, en su pintura hacían frontera las naturalezas muertas con los lugares imaginarios y los derroteros de la pintura abstracta. Como dice Alberto Ruy-Sánchez, “Climent conocía el secreto de la paciencia dotada, esa que sabe ensortijar en el aire su mirada una y otra vez, hasta que el aire deja de ser invisible y se muestra desnudo ante el artista que lo va a pintar, para mostrárnoslo, pero antes que nada, para hacer en cada cuadro un ritual, una consagración de la belleza indecible que sólo los ojos pueden entender cabalmente”.