Janet Long

El grupo hñähñu de San Pablito, Pahuatlán, Puebla, venera a varios dioses agrícolas, entre ellos al espíritu del chile. Los campesinos que cultivan esta planta recortan muñecos de papel de china en color verde con la figura del espíritu con chilitos a los lados y encima de la cabeza. Cada tres años, el campesino hace una ceremonia en la cual invoca a los espíritus de las semillas del chile con el fin de obtener una buena cosecha.

El brujo lleva los muñecos a una cueva, donde los consagra al espíritu que debe proteger su cultivo. Después, los lleva al campo y los coloca encima de un pequeño altar, juntos con otras ofrendas. Luego, acompañado por seis muchachos, baila durante toda la noche frente al altar, interrumpiendo la danza a medianoche para efectuar una “limpia”. En esta ceremonia, reza y canta hñähñu, a la vez que salpica los muñecos con sangre de pollo. A la mañana siguiente, los campesinos llevan los muñecos a sus casas, los colocan sobre el altar del hogar y encienden unas velas. El ritual asegura buena cosecha y protege también los campos ya sembrados.

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El chile es, sin duda, uno de los protagonistas de la cultura mexicana. La adaptabilidad que tiene esta semilla para transformarse en otras variedades y adecuarse a nuevos entornos, los diversos grados de picor, las propiedades medicinales y el trasfondo histórico, cultural y ritual que se ha creado en torno al chile son algunos de los temas que motivan nuestra edición. Adquiérela aquí: http://catalogo.artesdemexico.com/productos/126-el-chile-fruto-ancestral/

 

 

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