Paola Sanabria

D.R. © Pedro Tzontémoc, en número 95 de Artes de México, El otro muralismo. Rótulos comerciales, 2009.

Cuando mencionamos la palabra muralismo, de inmediato la relacionamos con las paredes que dieron identidad y un sentido nacionalista (en un grado a veces dogmático) a México.

A partir de lo que proyectaron artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, entre muchos otros, con sus obras monumentales y una gran técnica y calidad estética, realizo estas preguntas: ¿hasta dónde abarca el muralismo? y ¿podemos contar con otros muralismo?

Existen obras pictóricas en murales como el Street Art —la forma elegante de llamar al grafiti, que tiene como herramienta base los aerosoles. En él, se fusionan las letras y la imagen con el único objetivo de ser decorativo y, en algunos casos, vandálico.

D.R. © Enrique Soto, en número 95 de Artes de México, El otro muralismo. Rótulos comerciales, 2009.

Pero también existe El otro muralismo. En la edición 95 de nuestra revista, encontramos muros intervenidos no por los artistas más importantes del país, sino por los artistas desconocidos que plasman el espíritu cotidiano de un México que se extingue por la modernidad y los cambios tecnológicos.

Este otro muralismo surge porque la mayoría de los comerciantes en México no pueden contratar una agencia para hacer la publicidad de su empresa debido, en parte, a sus altos costos; por lo que la necesidad de promoción los hace recurrir al diseño popular, según explica Enrique Soto Eguibar en su artículo, “Un guiño en la pared”.

No encontramos rótulos en los centros comerciales de la Ciudad de México ni en las colonias donde se agrupa la gente de mayor potencial económico, como Polanco, Las Lomas o Interlomas; en cambio, en las colonias Nezahualcóyotl o Tláhuac es difícil, si no imposible, imaginar un comercio que carezca de un rótulo (aunque cada vez un mayor número de ellos muestran logotipos e imágenes obtenidos de bancos de internet, impresos mediante sistemas de ploteo digital, que resultan ser mucho más baratos que un rótulo).

D.R. © Enrique Soto, en número 95 de Artes de México, El otro muralismo. Rótulos comerciales, 2009.

La comunicación urbana de los rótulos

La gráfica popular, mejor conocida como rótulos, ha sido una forma de comunicación urbana y efímera. Como en todo diseño, su objetivo es comunicar al consumidor los productos o servicios que el comerciante promociona, aunque estos diseños no sigan las normas o reglas establecidas por los estándares comunes. Un rotulista no se forma en una academia, adquiere sus conocimientos como aprendiz de alguien que lleva años trabajando en esta área: la habilidad se adquiere por medio del trabajo diario.

“El oficio del rotulista es como el del artesano: se aprende con los años, se practica con amor y se vuelve una parte indispensable de la vida. Por eso los rotulistas y los artesanos buscan encontrar sus técnicas personales, echar raíces y envejecer en sus respectivas disciplinas”.

D.R. © Artes de México.

En el diseño ortodoxo, sabemos que un texto se hace más fuerte cuando se acompaña de una imagen y nos permite hacer una doble lectura. En los rótulos, el dibujo es el alma de la gráfica que le da esencia y sentido. Los recursos gráficos pueden ser una caricatura de lo que representan o una copia casi fiel de algún personaje famoso, herramientas, logotipos o marcas, entre otros. Las letras gestionan el espacio gráfico del lenguaje, pero también se convierten en imagen.

Si bien se puede utilizar una plantilla para conseguir un trazo fiel de la tipografía, en otros casos se modifica la anchura o el espacio y se pueden incluir degradados, efecto de relieve o mezclar trazos finos con gruesos. Con toda esta variedad, el resultado debe ser la máxima legibilidad y claridad, pues el rótulo se quedará en la memoria del consumidor.

D.R. © Yolanda Andrade, en número 95 de Artes de México, El otro muralismo. Rótulos comerciales, 2009.

José Emilio Salceda menciona en el texto que integra el reportaje:

“La contemplación de lo puramente grotesco como antítesis de lo bello sólo puede conducir a la repugnancia o a la afición morbosa. Sin embargo, los rótulos que pueblan los muros de nuestro entorno suburbano no invocan al pánico ni a la demencia. Su carácter público los convierte en una extravagante y burlona caricatura de lo grotesco”.

La gráfica popular puede ser un punto de documentación del tiempo. Fotógrafos como Manuel Álvarez Bravo o Edward Weston captaron con sus cámaras la forma de vida de la época que se reflejaba en la estética de los muros.

D.R. © Víctor Espinosa, en número 95 de Artes de México, El otro muralismo. Rótulos comerciales, 2009.

En los últimos años, se le ha dado mucha importancia a este oficio debido a que la gráfica popular pasó de ser una decoración meramente comercial a formar parte del arte contemporáneo.

Marcel Duchamp decía que el arte debía resistir a la vida moderna, a su mercantilización: “demasiados artistas, demasiadas exhibiciones, por primera vez en siglos se ha dado la integración del artista a la sociedad. en mis tiempos, los artistas éramos parias. Hoy está integrado y hay que pagarle por la obra y hay que seguir produciendo para el mercado un círculo vicioso”.

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