Julia Hernández

Ilustración de Carmina Hernández.

Lo primero que me preguntan cuando descubren que soy una fanática de la lectura desde muy joven o cuando se enteran que tengo un blog sobre libros, es: ¿y cómo empezaste a leer? Así que el día de hoy, les voy a revelar el secreto de cómo hacer que un niño, niña o unicornio joven entre en el mundo de la lectura. Para ello solamente hay que seguir unos sencillos cuatro pasos… (Pero les advierto, que una vez que uno se ha adentrado en este mundo, salir se vuelve casi imposible. Lo digo por experiencia.

1. Mostrar que la lectura es algo común y cotidiano
Todos ustedes ya están adelantados en este paso pues están aquí, en la FILIJ. Sin embargo, he aquí algunas otras cosas que pueden hacer. Lean ustedes, los niños son los mejores imitadores. Hablen sobre libros, digan cosas positivas al respecto. Si su hijo, hija o unicornio joven tiene interés en leer, explíquenle, cuéntenle, háblenle de autores y de sus biografías, sobre todo no los dejen pensando que la lectura es algo solo para adultos.

2. Contar historias
No todas las personas son buenas inventando historias, pero inténtelo. Invente una historia sobre cómo el refrigerador antes era un humano, pero como se tomó la leche sin permiso se volvió un electrodoméstico. Puede sonar tonto pero por algo se empieza, la práctica hace al maestro. Si de plano ve que no se le da bien eso de inventar historias, cuéntele a su hijo anécdotas. Esto creará un vínculo entre el niño y las historias y, por ello, desarrollará un gusto hacia ellas.

3. Leer
Tómese un ratito del día para leerle a sus hijos. El chiste es que el niño lo disfrute; así que, sobre todo, no lo convierta en una obligación. Recuerde que los niños no pueden estar concentrados mucho tiempo así que léales algo corto. No vaya a leerle a Freud, así lo único que va a lograr es traumarlo. Si puede, haga voces para los diferentes personajes, haga énfasis en una de las cuatro palabras importantes, use un tono agradable. ¡Actúe! Recuerde que no está leyendo el código penal de la ciudad de México. Poco a poco leer se volverá una costumbre.

4. Comprar libros
Lo ha logrado, ha llegado al último paso. Su hijo quiere leer, pero…¡no hay libros para él en la casa! Compré libros para jóvenes y niños, libros para todas las edades, libros que su hijo pueda tomar cuando decida que quiere leer por su cuenta. Asegúrese que sepa donde están y que sepa que los puede tomar. Para entonces usted ya debió haberlo enseñado a respetar los libros, así ya no tiene que tener la preocupación de que vayan a tomar los libros para dibujar en vez de para leer. ¿Qué tipo de libros comprar? De chile, de dulce y de manteca, elija un surtido. Tal vez ya sepa qué le gusta más a su hijo, tal vez no esté preparado. Uno de estos libros puede ser Todos somos diferentes… No, no lo digo porque lo esté presentando, bueno, sí es una de las razones pero tengo otras… Permítanme explicárselas.

todossomos

Ilustración de Carmina Hernández.

Actualmente, vivimos en una sociedad que se centra en juzgar. Juzgamos a la gente, los objetos, las acciones, los hechos, etcétera… Muchas veces no estamos seguros de las razones, no tenemos ni siquiera argumentos, pero estamos tan acostumbrados a juzgar que solemos creer que tenemos la razón y que nuestra opinión es correcta y siempre verídica. Juzgamos tan cotidianamente que ya ni nos damos cuenta. Estoy segura que todos los aquí presentes pueden recodar haber visto a una persona en la calle y haber pensado algo sobre ellos con su apariencia como única fuente de información, sea positivo o negativo. O al conocer a alguien, ¿qué es lo primero que hacemos? Juzgar. Y no me malentiendan, es el instinto el que nos guía cuando una persona nos da mala espina, o mala vibra, eso es algo mucho más natural que el juicio del que estoy hablando. De lo que estoy hablando es algo con lo que no nacemos, algo que desarrollamos bajo el contexto en el que vivimos. ¿Y qué es lo que causa el juzgar gente tan a la ligera? Lo defino con una sola palabra: discriminación.

Muchos somos los que intentamos quitarnos este hábito. Los que intentamos ver a la gente en la calle y a pesar de tener un primer pensamiento desagradable hacia ella, nos corregirnos y recordarnos que lo que estamos haciendo está mal. Pero no sólo somos nosotros como individuos, es un todo. Desde los medios de comunicación hasta los propios libros. ¿Se han fijado que en los anuncios ponen siempre a güeros de ojos azules? ¿Que los héroes de las películas siguen también estas características? ¿Que nadie es diferente? Hasta los libros que solemos creer más abiertos a la diversidad están llenos de este tipo de cosas. Ejemplo: son mínimos los libros dentro de la literatura juvenil contemporánea que no sigan el “niña rara e incomprendida (pero es rara e incomprendida porque no le gusta usar falda o hacer cosas consideradas “para niñas”), conoce al chico guapo que le muestra que en realidad ella es la elegida por X razón por lo cual ella cae profundamente enamorada de él a pesar de que este se muestra frío, distante y grosero, ¡ah, pero él es así por su difícil pasado, hay que entender al pobrecito!” Nos llenan la cabeza de una idea: si no sigues un cierto patrón de comportamiento, y de pensamiento, o no sigues un estereotipo específico estás mal, eres un fenómeno, nadie te va a querer, y más, más, más.

Pero, ¿qué pasaría si nunca hubiéramos creado el hábito? Me refiero, al hábito de juzgar. Cuando yo era chica, me molestaban en la escuela, y yo llegué a molestar a otros niños pues me molestaban, y seguramente alguien molestaba a la persona que me molestaba inicialmente a mí. Es un círculo, una cadena que se rompe cuando dejamos de juzgar. Esto es lo que enseña este libro. A romper la cadena, a hacer un cambio desde nosotros para hacer un cambio entre los demás. Si enseñamos a los niños que ser diferente es maravilloso, que no por ello somos más o menos hacemos dos cosas:

– 1: Que el niño o niña no va a caer en el juego del juzgar, por lo cual no creará las consecuencias que lo siguen que suelen ser el bullying y la discriminación y él molestará a otros y, bueno…todo eso que ya conocemos bien.
– 2: Si alguien llegara a juzgar a este niño, y ojo, puede ser niño o adulto, el niño sabrá que él es diferente y que ser diferente es normal, por más contradictorio que suene. Crecerá con confianza en sí mismo, en lo que puede hacer, en lo que es. Le dará la oportunidad de ver el mundo con la mente abierta, aprender, y de llegar más lejos, de ser más feliz. Y todo esto por el solo hecho de no seguir el tonto jueguito del juzgar nomás porque sí. La mejor parte es que este libro logra esto de una manera única: toma algo tan extraño que nos es posible asociarlo a miles de situaciones. Además, lo hace con un texto sencillo que trasmite de manera concisa el mensaje al lector. Aparte, éste viene acompañado por ilustraciones (que son más bien obras de arte por sí solas) que no son convencionales a un libro de niños lo que, no sólo refuerza la idea de lo diferente, sino que permite llegar más fácilmente a lectores de cualquier edad pues… a veces, todos necesitamos que se nos recuerde que todos somos diferentes, y esto, es perfecto.


Córdoba #69 Colonia Roma, Ciudad de México, México, CP. 06700 | Tels: 52 + (55) 5525 5905, 5525 4036, 5208 3684
SOBRE ARTES DE MÉXICO